miércoles, 26 de abril de 2017

LA INMIGRACIÓN DE LOS SIGLOS XIX Y XX


LA INMIGRACIÓN DE LOS SIGLOS XIX Y XX



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La emigración europea es la migración de europeos hacia otros continentes. Fue un movimiento especialmente intenso en la época colonial y durante las guerras y dictaduras europeas, debido a los aumentos demográficos de la población europea y a las crisis económicas, hambrunas o represión política en el continente. La inversión de estos factores en Europa ha cambiado el signo de la balanza migratoria, siendo Europa Occidental en la actualidad una región receptora de inmigrantes.
Algunos emigraron en busca de aventura, trabajo, es decir, expectativas de futuro. Varios emigrantes europeos se establecieron de manera definitiva en las nuevas tierras, crearon naciones nuevas y trasladaron la cultura y parte del acervo de Europa.
Durante la ola de inmigración europea al continente americano entre 1870 y 1930 los países que más europeos recibieron fueron Estados Unidos (27 millones), Argentina (más de 6 millones), Brasil (más de 4 millones), Canadá (4 millones), Cuba (610 000) y Uruguay (500 000).17

En América[editar]

Período colonial[editar]

  • Brasil: 500 00018 -700 000 portugueses.19
  • América anglosajona: 400 000-1 000 000 británicos, alemanes y franceses.20
  • América española: 750 000 españoles y en menor número franco-italianos. Las principales zonas de recepción en esa época eran México y Perú. La tasa de retorno en todas las colonias era de cerca del 10 % de los llegados a lo que hay que sumarle un 10 % que solo viajaba para trabajar en la temporada de cosechas.21

Desde el siglo XIX[editar]

Durante el siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, Europa fue el escenario de una emigración masiva. Por falta de trabajo y por la miseria en que vivían,22 millones de habitantes de los países que hoy conforman la Unión Europea (UE) partieron a otros continentes, especialmente a América. Estas personas eran originarias en su mayoría de AlemaniaIrlandaReino UnidoPoloniaItaliaCroaciaEspaña y Portugal.
El perfil del emigrante durante los siglos XIX y XX era el del campesino u obrero, pero en años recientes se van de Europa especialmente jóvenes profesionales. Entre 1993 a 2006 se registraron más de 300 000 emigraciones en Alemania. De estas, 160 000 tuvieron lugar entre 2004 y 2006 representando un aumento de un 60 % en comparación con las cifras de 1990. Esta información se basa en los datos de aquellas personas que se registraron oficialmente como emigradas, por lo que varios expertos suponen que el número real de emigrantes alemanes es de unos 250 000 por año.23
América del Norte[editar]
Estados Unidos ha sido el destino mayoritario de los inmigrantes europeos. Así, entre 1815 y 1860 llegaron 5 millones de personas originarias de Europa a ese país, y entre 1860 y 1920 otros 27 millones ingresaron.24 Entre 1840 y 1920 inmigraron 6 millones de alemanes, 4,75 millones de irlandeses, 4,5 millones de italianos, 4,2 millones de ingleses, galeses y escoceses, 4,2 millones del Imperio Austrohúngaro, 2,3 millones desde Escandinavia y 2,3 millones del Imperio Ruso (particularmente lituanos católicos, polacos y judíos).25 Entre 1855 y 1890 llegaron 8 millones de europeos, entre 1905 y 1914 unos 9 millones.26 En 1907 ingresaron un millón doscientos mil inmigrantes, el mayor ingreso anual.24 Entre 1874 y 1888 llegaron 5 881 000 inmigrantes y entre 1904 y 1935 16 878 000.27 Cerca de 370 000 suecos, daneses y noruegos emigraron a Estados Unidos entre 1850 y 1875.28
A comienzos del siglo XX, Nueva York contaba con la tercera comunidad germanófona a nivel mundial tras Berlín y Viena.29
Por otra parte, cerca de 10 millones de europeos ingresaron a Canadá, pero por las condiciones climáticas y económicas unos 5 millones de personas fueron a Estados Unidos.24
América Latina[editar]
Los europeos generaron un número importante de emigrados hacia América Latina, en especial los países de ArgentinaBrasilUruguayCubaMéxico y Venezuela que albergan un número considerable de hijos y nietos de estos europeos. Las formas y costumbres ibéricas aun hoy se comparten en esos países.30
En Argentina, unos 6,5 millones de personas, mayoría italianos y españoles (2 millones hasta 1900), cerca de 4 millones terminó por establecerse permanentemente.31 Cerca de 3,2 millones entre 1903 y 1914.32 Entre 1861 y 1870 ingresaron 76 mil inmigrantes, entre 1871 y 1880 85 mil y entre 1881 y 1890 unos 841 mil.33 De los inmigrantes que se establecen de forma permanente en el país 2 millones son italianos y 1 400 000 españoles, la mayoría de los inmigrantes se establecen en Buenos AiresRosario, las provincias de Santa FeCórdobaEntre Ríos, y La Pampa, y el litoral.34 Los años de mayor recepción fueron 1873 (48 000 inmigrantes), 1885 (175 000), 1889 (219 000), 1906 (253 000), 1912 (323 000).21
En Uruguay, hasta 1 000 000 europeos migraron al país35 pero solo el 60 % de se quedó.31 Los italianos fueron cerca de 350 000 aunque solo la mitad se quedó (20 000 entre 1830 y 1850, 25 000 en la década del 1850, 90 000 entre 1860 y 1880, 110 000 entre 1881 y 1914, y 15 000 desde el inicio de la Primera Guerra Mundial a 1920).[cita requerida]Entre 1946 y 1958 ingresan al Uruguay 37 043 españoles, aunque 9895 vuelven a su país.36
Otro gran receptor de inmigrantes ha sido Brasil, donde llegaron unos cinco millones de europeos entre 1860 y 1920,24 (un millón hasta 1900) cerca de 2-4 millones se establecen permanentemente.31
Por su parte, en Chile, durante el siglo XIX se produjeron inmigraciones de origen europeo donde destacaron en primer orden la alemana con 30 000 personas, principalmente traídos para la colonización alemana en el sur de Chile,37 la inmigración croata con 58 000 personas, que llegaron a su pico antes de la Primera Guerra Mundial y española.38 39En segundo orden la inmigración francesa, con 25 000 colonos,40 llegando a ser 30.000 franco-chilenos a fines del siglo XIX41 . Le siguen la inmigración italiana42 e inglesa con 20 000,43 principalmente en ciudades costeras. Durante principios del siglo XX llegó una tercera oleada de españoles que huía de la Guerra Civil Española, principalmente catalanes pero también vascos franceses y españoles.44 Se estima que entre 1882 y 1932 llegaron 90.000 inmigrantes europeos a Chile. 45
La parte septentrional de América del Sur atrajo a Venezuela, entre 1874 y 1888, 26 000 europeos, y entre 1905 y 1930 ingresaron otros 300 000. En los años 1950s atrajó a 1 millón más.46 aunque solo una décima parte de forma permanente. Las principales comunidades de inmigrantes del Viejo Continente son la italiana, la española y la portuguesa. En la vecina Colombia, durante el siglo XIX se establecieron 15 000 españoles y en el siguiente otros 70 000 más. En el mismo periodo, ingresaron a Perú cerca de 150 000 inmigrantes europeos, de estos unos 80 000 mil se quedaron definitivamente.47 Los inmigrantes que llegaron incluyeron 12 000 alemanes,48 y 28 000 italianos.49 El número de franceses en Perú fue de 1654 en 1854, 1192 en 1875, 2266 en 1895 y 3800 en 1907.50
En América Central el fenómeno migratorio proveniente de Europa más destacado fue el de Costa Rica, que durante la última mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX acogió a más de 100 000 europeos, principalmente de España51 e Italia,52 Se estima que arribaron a Costa Rica cerca de 50 000 españoles e italianos,53 10 000 alemanes y 40 000 europeos de otras nacionalidades, especialmente de FranciaPolonia e Inglaterra.54 Para esa época la población costarricense no superaba las 60 000 personas, por lo que la entrada de los inmigrantes europeos contribuyó notoriamente al desarrollo del país55 , con la construcción de infraestructura o el establecimiento de importantes poblados como San Vito; fundado por italianos. Por otro lado, también se tiene certeza de la entrada masiva de alemanes a Guatemala, de ingleses a Nicaragua56 o de multitud de europeos que entraron a Panamá durante la construcción francesa del Canal.
La Región Caribe, Cuba acojió cerca de 750 000 europeos en el siglo XIX y 529 000 durante el siglo siguiente).57 En total unos 600 000 europeos se establecieron en Cuba.31En Puerto Rico hasta 1898 habían ingresado 10 mil españoles.58

LAS REPÚBLICAS CRIOLLAS

LAS REPÚBLICAS CRIOLLAS

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Durante prácticamente dos centurias, toda la América Hispana estuvo dividida en dos grandes demarcaciones territoriales de dimensiones auténticamente subcontinentales: el virreinato de Nueva España (con capital en México) y el de Perú (con capital en Lima), creados respectivamente en los años 1535 y 1543. Y en el siglo XVIII, por razones esencialmente defensivas, la amplísima demarcación peruana experimentó dos grandes recortes territoriales al crearse el virreinato de Nueva Granada en 1739 (con capital en Santa Fe de Bogotá) y el del Río de la Plata en 1776 (con capital en Buenos Aires).

El virreinato de Nueva Granada comprendió no sólo los territorios de las actuales repúblicas de Colombia, Panamá y Ecuador, sino también gran parte del espacio venezolano, en clara prefiguración de lo que serían los límites de la futura Gran Colombia bolivariana (1821-1830). Y en cuanto al virreinato de Buenos Aires, dentro de sus límites se integrarían las provincias de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y el territorio de la audiencia de Charcas, agregándose además el corregimiento de Cuyo, que hasta entonces había dependido del gobernador de Chile y del obispado de Santiago. A partir de 1776 los Andes se convertirían en línea divisoria natural entre la nueva demarcación virreinal rioplatense y la antigua capitanía general de Chile.

Con la Emancipación, una vez independizadas las provincias indianas, se fue produciendo la progresiva fragmentación de estas cuatro grandes demarcaciones virreinales. La Gran Colombia, sobre los límites del antiguo virreinato de Nueva Granada, daría lugar al nacimiento de las repúblicas de Colombia, Ecuador, Venezuela y, ya más tardíamente, Panamá (1903). Del antiguo virreinato del Río de la Plata surgirían las repúblicas de Bolivia (antigua audiencia de Charcas), Argentina (antigua audiencia de Buenos Aires), Paraguay (sin audiencia, pero con obispado y gobernación) y, algo mas tardíamente, en 1828, también Uruguay.

Claramente se aprecia la importancia que los ámbitos territoriales de las audiencias tuvieron en la conformación de las nuevas repúblicas. A fines del siglo XVI, la mayor parte de las audiencias indianas ya habían sido fundadas: Santo Domingo (1511), México (1527), Panamá (1538), Lima (1543), Guatemala (1543), Guadalajara (1548), Santa Fe de Bogotá (1548), Charcas (1559), Quito (1563) y Chile (1563-1573). En el siglo XVII, aparte de confirmarse la existencia de la audiencia chilena en 1606, sólo se fundó la de Buenos Aires (1661-1672), mientras que en el XVIII se completó el cuadro con la refundación de la audiencia de Buenos Aires (1776) y, ya a fines de siglo, con la creación de las audiencias de Caracas (1786) y Cuzco (1787).

Salvo algunas excepciones, el mapa territorial de las antiguas audiencias viene a corresponderse con el de las fronteras de los nuevos países independientes. De hecho, todas las capitales que fueron sedes de las audiencias indianas, salvo la de Guadalajara y el Cuzco, fueron más tarde convertidas en capitales de sus respectivas y nacientes repúblicas. Los distritos de las audiencias marcaron más de lo que pensamos la articulación territorial del espacio administrativo indiano.

El territorio de la antigua audiencia mexicana de Guadalajara fue una excepción. Pero hubo intentos de segregación por parte del estado de Jalisco al declararse en 1824 y 1846 Estado Libre y Soberano. México llegó a ser en el siglo XIX un país suficientemente vertebrado como para evitar desmembraciones que hicieran peligrar (como ocurrió en Texas y pudo acontecer en Yucatán) su antigua unidad política y administrativa. Y otro tanto cabe decir de la definitiva inserción de la audiencia del Cuzco (la antigua capital imperial incaica) en el Perú independiente. Justo lo contrario fue lo que aconteció en dilatada franja centroamericana que se incluía en los límites de la capitanía general, arzobispado y audiencia de Guatemala, cuyo marco englobaba las gobernaciones de Guatemala, Chiapas, Soconusco, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. De haberse erigido una única gran intendencia para toda Centroamérica -como se hizo en el caso de Venezuela en 1776, convertida también en capitanía general en 1777 y en audiencia en 1786- se hubiera logrado un más alto grado de integración territorial y concentricidad institucional. Pero, al final, y en tres fases sucesivas (en los años 1785 y 1786), se fueron creando cinco provincias o intendencias en El Salvador, Chiapas, Guatemala, Comayagua y Nicaragua, incorporando esta última dentro de sus límites la antigua gobernación de Costa Rica. Se consolidaba así el proceso de fragmentación del espacio centroamericano.

Tras su breve integración en el Imperio mexicano de Agustín Iturbide (1822-1823) y con poco más de tres lustros de historia en común, finalmente las Provincias Unidas de Centroamérica terminaron desmembrándose en 1838 en cinco repúblicas independientes: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. La geografía administrativa impuesta por los gobernantes borbónicos terminó marcando decisivamente la configuración territorial de las nuevas y nacientes repúblicas.
 

miércoles, 19 de abril de 2017

PROTECCIONISMO VERSUS LIBRECAMBISMO

PROTECCIONISMO VERSUS LIBRECAMBISMO

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Desde el mercantilismo, hasta las más recientes teorías del comercio internacional, el debate entre el librecambio vs. proteccionismo ha ocupado una posición central. La teoría del comercio internacional ha expuesto una y otra vez los beneficios que cada una de las dos facciones trae aparejado. Sin embargo, este debate teórico no es para nada estático, sino todo lo contrario. La historia económica mundial reciente ha demostrado que los países que han adoptado una de las dos opciones, o una combinación de ambas en diferentes periodos, han tenido resultados disímiles en su comportamiento comercial, y en consecuencia en el desarrollo de sectores productivos. La política comercial por sí sola no basta para lograr mantener una posición comercial determinada. El presente trabajo indaga en estas cuestiones e intenta aportar elementos para fortalecer el debate desde una perspectiva dinámica de la teoría del comercio internacional.

Librecambismo o libre cambio es la doctrina económica, opuesta al proteccionismo, que propugna la no intervención estatal en el comercio internacional, permitiendo que los flujos de mercancías se gobiernen por las ventajas de cada país y la competitividad de las empresas, y suponiendo que con ello se producirá una adecuada distribución de los bienes y servicios, así como una asignación óptima de los recursos económicos a escala planetaria. Es la extensión más allá de los mercados nacionales de los principios del libre mercado o liberalismo económico (laissez faire).


Tanto en geografía como en historia se utilizan habitualmente estos dos conceptos. Ambos tienen que ver con el comercio interior y la idea de aranceles (impuestos a los objetos extranjeros). El proteccionismo los utiliza mientras que el librecambismo los elimina.

Los dos sistemas económicos tienen sus ventajas e inconvenientes.

El proteccionismo protege a los productos nacionales (al poner aranceles a los exteriores, estos son más caros), protegiendo así el empleo del país.

Sin embargo, al eliminar la competencia real con el extranjero, las empresas nacionales no tendrán aliciente para innovar o bajar sus costes (y por ello sus precios). Esto genera productos peores y, a la larga, inflación (una subida de precios).

Por el contrario el librecambismo tiende a bajar los precios (hace competir a los productos interiores con los exteriores), aunque también sufrirán más las fábricas (y los puestos de trabajo)  interiores. Los neoliberalistas suelen ser unos defensores a ultranza de ellos

Como veis no hay un sistema perfecto, y por lo general, ningún país es totalmente proteccionista o librecambista. España, por ejemplo, es librecambista con toda la Unión Europea y proteccionista con otros países.

Incluso es habitual que se sea proteccionista o librecambista según los productos. La Unión Europea es librecambista en lo industrial pero muy proteccionista en el tema agrario

miércoles, 5 de abril de 2017

EL PROCESO DE INDEPENDENCIA POLITICA

EL PROCESO DE INDEPENDENCIA POLITICA

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- Se trata de un proceso claramente vinculado a los sucesivos hechos que se van produciendo en España. En 1808 el vacío de poder creado por la doble abdicación de Carlos IV y de su hijo se trató de suplir creando una Junta Central Suprema, cuya autoridad inicialmente se acató también por las colonias, donde pronto se producen movimientos similares al motín de Aranjuez y se desconfía de la fidelidad de algunos gobernantes, a los que se considera afrancesados: en México se destituye al virrey Iturrigaray, en el Río de la Plata se trata de eliminar al virrey Liniers dado su origen francés. Comienza el movimiento juntista, creándose a partir de 1809 juntas para gobernar en nombre del monarca prisionero: Quito, La Paz, Chuquisaca, son las primeras, extendiéndose el movimiento entre abril y septiembre de 1810 a Caracas, Buenos Aires, Bogotá, Santiago de Chile. Inicialmente todas prestan juramento de fidelidad a Fernando VII, pero no acataban a la Regencia establecida en Cádiz tras la autodisolución de la Junta Suprema a fines de 1809, pues los criollos reivindican su derecho a formar sus propias juntas de gobierno. En algunos lugares, sin embargo, el movimiento juntista avanza más y se proclama la independencia: es el caso de Buenos Aires y Caracas, que se convertirán además en focos de insurgencia. 
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Simultáneamente comienza en México un verdadero movimiento social, de masas: el levantamiento del cura Miguel Hidalgo, que en 1810 moviliza miles de indios (unas 60.000 personas, dice Lynch) y avanza sobre Guanajuato, ciudad que es saqueada, continuando hacia el oeste. El carácter radical del movimiento (abolición de la esclavitud y del tributo indio, reforma agraria) y su tremenda violencia asustó a los criollos que le negaron su apoyo. El movimiento es severamente reprimido, siendo Hidalgo y otros cabecillas ejecutados. El movimiento continúa dirigido ahora por otro cura rural, José María Morelos, que dota de contenido político a la insurrección, convocando un congreso que el 6 de noviembre de 1813 declaró formalmente la independencia y en 1814 promulgó una Constitución liberal (Apatzingán). Igualmente decreta que "a excepción de los europeos, todos los demás habitantes no se nombrarán en calidad de indios, mulatos ni otras castas, sino todos generalmente americanos". Como había ocurrido con Hidalgo, los criollos mexicanos se opusieron a Morelos, que será capturado en 1815.
En Venezuela la guerra civil se endurece también a partir de 1813 cuando Simón Bolívar, que destacó pronto como líder militar, dicta el decreto de "guerra a muerte", en el cual advierte: "Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables".
El regreso de Fernando VII al trono español en 1814, con la reinstauración del régimen absolutista y la anulación de la Constitución de Cádiz, pone fin a la primera fase del proceso independentista (1808-1814), inaugurando otra en la que la guerra civil americana adquiere ya caracteres de guerra colonial, pues la metrópoli trata de someter a las colonias por medios exclusivamente militares (Céspedes no comparte esta tesis, ya que el rey se comporta exactamente igual en la propia España). Pero si hasta 1814 las luchas giraron en torno a cuestiones como quién debía ejercer el poder durante la cautividad del rey, a partir de 1814 el problema será ideológico y enfrentará en España a liberales y conservadores, equivalentes en América a patriotas y realistas (aunque no a criollos y peninsulares, pues tanto unos como otros integraban ambos bandos). En realidad patriotas en América y liberales en España fueron por igual víctimas de la represión ejercida por el régimen absolutista, y sin duda hubo colaboración entre unos y otros a través de las logias masónicas.
El general Pablo Morillo, enviado a América con 10.000 soldados, logra el sometimiento de Venezuela y Nueva Granada. Bolívar huye a Jamaica. El virrey de Perú, Abascal, domina Chile y Charcas.
En México, Morelos es capturado y ejecutado en 1815. Hacia 1816 se vislumbra la posibilidad de una vuelta a la situación anterior a 1808. Pero comienza entonces la reacción de los patriotas, que darán a la guerra una escala verdaderamente continental: Bolívar regresa en 1817 y reorganiza sus tropas, reforzándolas con los llaneros del Orinoco, conquista Venezuela y atraviesa los Andes para vencer a los realistas en Boyacá (1819), logrando así la independencia de Colombia. Simultáneamente, en el Río de la Plata se proclama la independencia en 1816 (Congreso de Tucumán) y al año siguiente, desde la provincia de Cuyo, San Martín cruza los Andes, vence en Chacabuco y Maipó y declara la independencia de Chile en 1818, situándose en disposición de dirigirse al Perú, principal centro del poder español en Suramérica.
En 1820 de nuevo un suceso en España tendrá consecuencias decisivas para América y marcará el paso definitivo a la independencia. El pronunciamiento liberal de Riego el día 1° de enero de ese año significa que el ejército que debía embarcar para América, se quedará en España para implantar el liberalismo y la Constitución de 1812. En América esto tiene un doble efecto: militar (las tropas realistas no recibirán refuerzos) y, sobre todo, político. Paradójicamente, lo que puso fin al orden colonial no fue el reforzamiento de la autoridad y el absolutismo, sino el progresivo debilitamiento de esa misma autoridad: la política liberal introducida en España en 1820 acabará de decidir por el camino de la independencia a los conservadores. Así ocurre en México, donde el criollo Agustín de Iturbide, que había combatido contra Hidalgo y Morelos, y era en 1820 comandante del ejército realista encargado de acabar con las guerrillas rebeldes de Vicente Guerrero, proclama el llamado Plan de Iguala (febrero de 1821), basado en las tres garantías (religión, independencia y unión), que en pocos meses conduce a la declaración de independencia (septiembre de 1821), a la que se suma también Guatemala.
Por otra parte, en Suramérica se produce el definitivo enfrentamiento entre los independentistas y unas tropas peninsulares que, además de no recibir refuerzos de la metrópoli ni de los criollos realistas, están también debilitadas por disensiones internas entre oficiales liberales y conservadores. San Martín avanza entonces hacia el Perú (septiembre de 1820) mientras Bolívar asegura la independencia de Venezuela (Carabobo, 1821) y Quito (Pichincha, 1822). Ambos líderes se entrevistan en Guayaquil (julio de 1822), cerrándose así la llamada tenaza. La fase final de la guerra estará en manos de Bolívar y Sucre, y consistirá en la eliminación del reducto realista en Perú y Charcas tras dos grandes batallas, Junín y Ayacucho (agosto y diciembre de 1824). En abril de 1825, en Tumusla, se derrotó al último ejército español en el continente americano.
El proceso independentista había terminado con un rotundo triunfo militar. Sin embargo, muchos analistas consideran que tal proceso fue una revolución frustrada ya que juzgan su éxito o fracaso atendiendo a la evolución política posterior de los países americanos: las nuevas naciones reconstruyeron el orden colonial, la colonia continuó viviendo en la república, no se produjo ningún cambio social de importancia, no se alteró la distribución de las riquezas... luego, la independencia fue una revolución frustrada.
Sin duda todo es cierto, excepto la conclusión, porque nada de eso se había pretendido: independencia política, régimen republicano y apertura mercantil fueron tres logros inmediatos de la lucha independentista. Y precisamente esos habían sido, en general y salvo excepciones, los objetivos más revolucionarios de los libertadores.